Ecos del pop hispano de los años sesenta, reminiscencias a la Costa Brava en “Aléjate”, en lo que a buen seguro es un pequeño pero sincero homenaje al eterno Sergio Algora, que dejan paso a unos sorprendentes Pixies pasados por el filtro del mar Mediterráneo, mientras de fondo planea la herencia de las guitarras y el folk de la costa Oeste Americana… pero un momento, vamos a hacer parada y fonda para empezar por lo que debería ser el principio.
Estamos hablando del primer disco de Maronda la banda capitaneada por Pablo Maronda y por Marc Greenwood, bajista de la Habitación Roja, quienes el pasado 23 de mayo pusieron a la venta su primer disco bajo el título de “El Fin del Mundo en Mapas”, un proyecto en el que se han hecho acompañar de Paco Beneyto (Midnight Shots) y Dani Cardona (Una Sonrisa Terrible), para presentar un trabajo altamente interesante, en el que recogen variadas e interesante influencias que hacen de la escucha de estos catorce cortes un placer para los sentidos.
El disco se abre con “Cambiada” una canción eminentemente pop en la que uno no puede evitar pensar en la banda que en su día ideó el gran Fernando Arbex, evidentemente estamos hablando de los Brincos. En unos parámetros similares se mueven “Impresionable” y “Sin Misterio”, en lo que son dos cortes que redundan en una forma de hacer música a la española repleta de belleza y sensibilidad.
A partir de ahí un cúmulo de grandes canciones se nos van presentando en una vorágine donde es fácil encontrar referentes de sobra conocidos, pero que no por ello hacen de la de Maronda una propuesta menos interesante, porque las bandas de cabecera siempre han existido y existirán, lo interesante es saber llevar su discurso a tu terreno y encontrar uno propio e interesante, tal y como ha logrado hacer la banda valenciana.
Y es que al escuchar “Control”, como decíamos un poco más arriba, se nos vienen a la cabeza los Pixies más ruidosos, por intensidad y crudeza, de la misma manera que con “El Nobel de la Bondad” son capaces de remitirnos a Jesus and Mary Chain, o a la mismísima Velvet Underground, en la obsesiva “Diez Veranos”.
Una de las cosas más interesante que encuentras en “El Fin del Mundo en Mapas”, es que a medida que avanzan las escuchas se descubren pequeños matices que hacen de esta obra algo atemporal y único. Una pequeña joya que a muchos les pasará, por desgracia, desapercibida, y que otros disfrutaremos mientras, como un secreto que se impondrá por su propio peso ante un considerable número de gente tarde o temprano.
Con luz propia brillan el pop sofisticado que propugnan en “Hay algo eléctrico entre Tú y Yo” o ese acercamiento, no sin cierta sorna, al folclore nacional que pretende ser “Los Novios de Bélmez”, recurriendo a las conocidas caras del pueblo jienense, y que acaba por convertirse en una de las mejores canciones de todo el disco, junto con la evocadora y eminentemente primaveral “La Campiña”.
Mención aparte merecen su sorprendente acercamiento a Family, si aquel grupo que nos legó para la posteridad el maravilloso “Un Soplo en el Corazón” y que se marchó para siempre haciendo mutis por el foro, con “Ha Salido el Sol” y “Buenaventura”, esta última, un claro homenaje a uno de los grandes mitos del anarquismo ibérico como fue Buenaventura Durruti, asesinado en plena Guerra Civil en circunstancias no del todo esclarecidas.
Todo eso encontrarás si decides acercarte al primer disco de Maronda, y en el que más allá de todo lo dicho hallarás ecos de otras grandes formaciones como The Byrds, Vainica Doble, Décima Victima, etc… sólo pondría un pequeño pero a todo lo que rodea a la banda y no es precisamente por el material grabado. Ellos confiesan que en su sonido hay influencias y sonidos cercanos a los Gabinete Caligari de la primera época, y eso ni es verdad ni es posible. Yo no los he encontrado. Además nadie en este país ha logrado sonar como ellos después de casi treinta años.
Por: Javier González.
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*La Riviera, Madrid, jueves 14 de noviembre de 2024. *
*Texto y fotos: Jorge Bravo “El Gurú”. *
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