Madrid, sala Moby Dick, 1 de febrero de 2011
Gran expectación ha causado la visita de los norteamericanos, no era la primera vez que nos visitaba la banda de Rhode Island, lo hicieron el pasado año dentro del cartel del Primavera Club en la sala Nasti. Todo fueron alabanzas por parte de la gente que les pudo ver en aquella ocasión. Esta vez no podíamos faltar y comprobar in situ el porqué de tan buenos comentarios y escuchar en vivo un excelente disco como es “The Black Dirt Sessions” toda una sorpresa para los amantes del rock.
Con largas colas en las inmediaciones de la sala, no salió la banda a escena hasta que no entró la última persona por la puerta. Con más de media hora de retraso ya presentaba un lleno absoluto para recibir a McCauley y compañía.
Comenzó a sonar “Choir of Angels”, tema que abre su último disco, desplegando su combinación de folk, blues y country-rock, que unido a la voz y especial carisma de su cantante, hace de este grupo una verdadera revelación, sobre todo para los que les hemos descubierto recientemente con su tercera obra. Disco en el que se están dando a conocer por todo el mundo.
El talento y personalidad de McCauley, no pasan desapercibidos, su voz profunda y desgarrada te seduce desde la primera escucha, transmitiendo dosis de melancolía, intensidad y sentimiento, tanto en sus preciosas baladas o medios tiempos folk, como en las piezas más rockeras, todo ello remozado con algo que debería ser pieza fundamental para cualquier grupo; la improvisación y espontaneidad.
Hubo momentos en los que daba la impresión de que el espíritu de Kurt Cobain se había metido en el cuerpo de McCauley, aparte de por su parecido físico, estética y actitud grunge, por esos arrebatos con la que la banda arremete en una catarsis de rock and roll en toda regla. Parte de culpa la tiene el guitarrista Ian O´neil del grupo Titus Andronicus y ahora reclutado para la ocasión, compartiendo en más de una ocasión micrófono y demostrando su gran clase. De hecho McCauley se sentaría también a los teclados de Rob B. Crowell mientras se ocupaba del saxo, creando un sonido compacto y haciendo que aquello sonara perfecto.
La apoteosis final llegó con temas de su último disco, como la preciosa “Christ Jesus”, mi preferida; “Hand in My Hand”, o “Mange” en uno de los mejores momentos del concierto con McCauley y O`Neil mano a mano con sus guitarras, para despedirse con “Bring it On Home To Me” con O´neil y el simpático batería Dennis M. Ryan cantando el tema de Sam Cooke, mientras McCauley hacía las veces de batería.
“La Bamba” de Richie Valens sería el tema con el que se despidieron, sirviendo como fin de fiesta a un concierto en el que si hay que poner algún pero, este fue el de notar a la banda con síntomas de agotamiento, y en ciertos momentos, –que aunque fueron sublimes–, uno se los imaginaba como sería teniendo a McCauley y compañía a cien por cien.
Aún así, salimos de la sala con la sensación de haber presenciado un gran concierto, de haber visto a una gran banda y de apreciar un talento como el de McCauley, que dará seguramente mucho que hablar. La sensación de haber visto una banda en el momento justo, con la ventaja de poder disfrutar de la intensidad de sus canciones a pocos metros de distancia.
Texto: Alberto Vicente
Fotos: Alberto Vicente y Jorge Bravo
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*Texto y fotos: Jorge Bravo “El Gurú”. *
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